El reloj de bolsillo
Los relojes de bolsillo fueron mencionados por primera vez en Europa, en la correspondencia entre artesanos y miembros de la clase alta en el siglo XV

El reloj de bolsillo
Los relojes de bolsillo cuentan una larga e interesante historia, que se inicia con su desarrollo para ser usados por las clases altas, hasta su eventual estatus de obligatoria herramienta para las clases trabajadoras durante el período de unos pocos siglos.
Los relojes de bolsillo fueron mencionados por primera vez en Europa, en la correspondencia entre artesanos y miembros de la clase alta en el siglo XV. Se cree que un primer prototipo de estos relojes era usado en aquella época alrededor del cuello.
Es probable que los primeros relojes de bolsillo fueran muy pesados y bastante imprecisos y, ciertamente, solo habrían incluido una aguja horaria –si bien los desarrollos siguientes con resortes internos permitieron la introducción de un minutero-.
En los años posteriores, muchos artesanos, especialmente herreros, comenzaron a desarrollar nuevos diseños, los cuales inicialmente tenían forma cilíndrica. En Núremberg fueron construidos en forma ovoidea, lo que les valió el título de “huevos de Núremberg”. Para lograr que permanecieran seguros, se les colocó una cadena –la leontina- que podía ser elaborada en oro, plata o níquel.
Los fabricantes de Alemania, Italia e Inglaterra suministraron sus creaciones relojeras al resto de Europa mientras nuevas piezas fueron apareciendo en latón, oro y plata.
A mediados del siglo XVI fueron creados bellísimos relojes de bolsillo con cajas finamente talladas, caladas o pintadas con esmalte, en infinidad de formas. Por ser portadores de tan minuciosos trabajos, los relojes de bolsillo fueron considerados durante años, mecanismos sofisticados y costosos a los que solamente la clase alta podía acceder.
Los siglos XVII y XVIII fueron testigos de grandes innovaciones en el ámbito de la relojería. Se aumentó el número de ruedas dentro del mecanismo del reloj, disminuyendo así el número de veces que debía dársele cuerda.
Otra característica de diseño inteligente fue el uso de rubíes como cojinetes dentro del reloj, reduciendo así el desgaste de las piezas y permitiendo un mecanismo más suave y preciso. También se utilizó aceite para mantener la regularidad de los relojes y evitar que las piezas se congelaran.
Durante el siglo XIX, en pleno apogeo de la Revolución Industrial, cuando los ferrocarriles surcaban Estados Unidos, Reino Unido y Europa, los relojes de bolsillo también se habían convertido en parte importante de la sociedad de clase media y baja.
Los trabajadores ferroviarios, especialmente, confiaban en los relojes para medir el tiempo, parte importante de su trabajo que, cuando se realizaba correctamente, podía garantizar que no se produjeran accidentes, colisiones o descarrilamientos.
Las compañías ferroviarias dictaminaron que todos los trabajadores debían tener un reloj de bolsillo en todo momento, y esto condujo al desarrollo del reloj de los ferroviarios.
Con la introducción del reloj de pulsera en los años previos a la Primera Guerra Mundial, los avances técnicos y los cambios culturales, los relojes de bolsillo cayeron en desuso. Sin embargo, en los últimos tiempos las manufacturas relojeras, recuperando la riqueza de su herencia, han recreado relojes de bolsillo y presentado propuestas vanguardistas. Tal como hace tiempo, usarlos ahora es un signo de elegancia y distinción.
Abriendo la puerta al mundo del coleccionismo…
Existen muchas razones por las cuales coleccionar relojes de bolsillo, entre ellas, su fascinante historia, su minuciosa artesanía o el amplio abanico de opciones disponibles. En tanto los relojes de bolsillo –especialmente los de finales del siglo XIX y principios del XX-, fueron fabricados en masa, aún es posible hallar un gran número de ellos en circulación. Para el coleccionista que se inicia en esta afición, puede ser sencillo encontrar modelos interesantes para coleccionar.
¿Qué deberíamos tener presente a la hora de comenzar nuestra colección?
Cuando se coleccionan relojes de bolsillo, será relevante llevar la atención sobre tres áreas: la marca, las complicaciones, y el estado de la pieza.
La marca. Especialmente importante en tanto muchas compañías se dedicaron a la fabricación de relojes a principios del siglo XX, siendo la mayoría de ellas no particularmente dignas de mención –lo cual no significa que la precisión y calidad del reloj no sean notables-.
Hemos de estar atentos, pues, preferentemente, a las grandes marcas que resultan familiares por su tradición relojera: A. Lange & Söhne, Audemars Piguet, Tissot, Vacheron Constantin, Hermés, Longines, Omega, Patek Philippe, Jaquet Droz.
Las complicaciones. Son las funciones que posee un reloj, además de dar las horas y los minutos. Tales complicaciones pueden ser de diverso orden: acústicas (que los expertos identifican como gran sonería o pequeña sonería), de medición de tiempos (cronógrafos), astronómicas (fechador, calendario completo o simple), técnico-mecánicas (una de las más fascinantes es la del tourbillon, mecanismo creado en 1795 y patentado en 1801 por Breguet para compensar el efecto irregular de la gravedad), entre otras.
¿Estás listo para iniciar o ampliar tu colección?
No dejes de buscar ese reloj de bolsillo que te resulte especial. A través de estas pequeñas piezas de relojería podrás tener una captura instantánea del desarrollo de los instrumentos de medida del tiempo a lo largo de la historia.